lunes, 17 de diciembre de 2018

El nombre del Canyamelar

EL NOMBRE DEL CANYAMELAR
Por  Toni Sanchis

Cabanyal, Canyamelar y Cap de França son tres nombres que, junto con Beteró, Malva-rosa, Grau y Natzaret, forman el distrito de los poblados marítimos. Pero durante el siglo XIX, de 1836 a 1897, contando como primer alcalde con Francisco Cubells, Cabanyal, Canyamelar y Cap de França formaron un único pueblo, con el nombre unitario de Poble Nou de la Mar, con plena autonomía municipal, y conocido en su conjunto como Cabanyal. Pero, en 1897, Poble Nou de la Mar perdió su autonomía municipal y fue anexionado a València.

Es fácil deducir que el nombre del Cabanyal le proviene de las innumerables barracas (chozas o cabañas) que constituían las viviendas más usuales.

Lo que no está tan claro es el origen indiscutible del nombre del Canyamelar, pero vamos a detenernos un poco para dar algunas pistas que nos aproximen a ese origen. El famoso cronista de la ciudad de Valencia, Vicente Boix, dice en su obra Valencia histórica y topográfica que el nombre procede de la palabra canyamel, o caña de azúcar, que durante una larga época se cultivaba allí. Esa afirmación tan sugerente no está demostrada al cien por cien porque en la zona no se han encontrado restos de ese cultivo, ni en los archivos hay indicios del comercio de esa caña de azúcar, cuyo cultivo estaba desarrollado en la comarca de la Safor y no en la ciudad de Valencia. Quizá se tratara de un cultivo esporádico y de poca importancia, señalando posibles cañares que crecían a lo largo de las acequias y tuvieran una difusión muy limitada.

De todos modos, esa primera afirmación de Vicente Boix es la que más parece acercarse a la realidad, y está ampliada en una obra suya bastante desconocida, que ha sacado a la luz el arquitecto Tato Herrero; se trata de la novela OMM-AL-KIAM o La expulsión de los moriscos, en la que desarrolla la idea. Éste es su texto:

[Desde el Rihuet] “y hasta la orilla de la otra acequia denominada de Gasch o de Gas, se extendían magníficas plantaciones de caña de azúcar, semejantes a las de la huerta de Gandía, a cuyo cultivo se dedicaban los moriscos, si bien perdió mucho su valor desde el descubrimiento de la América. Desde la acequia de Gas hasta un punto quo, por su apartada extremidad, recibió el nombre de Cabo de Francia (Cap de França), habitaba una gran población morisca dedicada al cultivo de las cañas, que desde antiguo constituía el patrimonio de numerosas familias.”

“La sección de las plantaciones conserva el nombre de Cañamelar, o tierra de cañas dulces (cañamel, en valenciano), y la segunda de las chozas el de Cabañal.”

Digamos, para redondear este artículo, que la barriada del Cap de França recibe ahora el nombre de Llamosí, nombre debido a Juan Bautista Llamosí, constructor que la urbanizó, según consta en las Actas del Ayuntamiento del 20 de mayo de 1885: “De conformidad con el dictamen de la comisión de Alineaciones se acordó aprobar definitivamente el proyecto de urbanización presentado por Don Juan Bta. Llamosí, de los terrenos que posee junto a la ermita de Nuestra Sra. de los Ángeles del Pueblo Nuevo del Mar”.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Pepica la Pilona


PEPICA LA PILONA
por José Vilaseca

Como ustedes sabrán, algunos lugares del mundo son más conocidos por el personaje que protagoniza su dicho popular o su hazaña particular: la corrala de la Pacheca, en la calle Príncipe de Madrid, ser més gos que el Negre Lloma en Alicante, o ser más feo que Picio, famoso vecino de la granadina villa de Alhendín.

Así que no les debe extrañar que si me atrevo a destacar, por encima de los demás, a un habitante de nuestros Poblados Marítimos, que haya trascendido más allá de las generaciones, esta sea Pepica La Pilona.

De vivir hoy, quién sabe si sería protagonista de memes, de vídeos virales o de cualquier otro trampantojo tecnológico. Su aspecto (ropajes ajados y oscuros, bolso inmenso a lo Mary Poppins, pelo estirado, tenso y recogido en un moño, ojos pequeños pero vivísimos), la haría parecer gótica, y su afición por el cine (era cliente habitual del Merp y del Imperial, donde se recuerdan sus combates victoriosos contra bocadillos pantagruélicos, sus conversaciones en voz alta con la pantalla o sus sonoras ventosidades y eructos), seguramente la situarían entre los hipsters del siglo XXI.

Pero, claro, ella vivió durante tres cuartas partes del siglo XX, y nuestras madres y abuelas, que tan bien la conocían, no eran amigas de moderneces. Mantenían con ella una relación ambivalente, entre lo entrañable y lo grimoso, si me permiten el "palabro"; tan pronto alababan su espontaneidad como censuraban su higiene y, si por casualidad recibías en la frente o en el pelo uno de sus inocentes y sonoros besos, acababas siendo sometido a una escrupulosa investigación de zoonosis. Solo por si acaso.

Antes de que nadie inventara aquello de "persona en riesgo de exclusión social", Pepica personificó con enorme dignidad la imagen de la pobre de necesidad y por necesidad. Se la veía pedir aquí y allá, a veces para ella, otras para los leprosos de Fontilles, en Alicante (la que se consideró última leprosería del mundo occidental). Cuentan que, fruto de un abuso, tuvo que dar a un hijo en adopción, quizá temerosa de que tuviera que acompañarla en su aciaga vida. Pero, a pesar de que sus días se escribieron más en el claroscuro de la Posguerra que en el todo color de la Transición, su espíritu libre y su lengua afilada son recordados en cada rincón de la Malvarrosa, el Cabañal y el Cañamelar, como una leyenda viva de nuestros barrios marineros.

FUENTES:
* La Malvarosa en blanc y negre (http://lamalva-rosaenblancinegre.blogspot.com/)
* Podría ser peor (https://letaqui.wordpress.com)

martes, 27 de noviembre de 2018

Dionisio Bello Romero


Dionisio Bello Romero
Por Pep Martorell

Dionisio Bello Romero
Vilanova del Grau ? -  1858
Comerciante


AGUAS DEL TURIA
DERRAMA ESTA FUENTE
POR LOS ESFUERZOS DEL MUNICIPIO DE VALENCIA
LA COOPERACIÓN DE ESTA VILLA
Y EL LEGADO DE 80.000 R.S. DE
DON DIONISIO BELLO.
3 DE MAYO DE 1859

Los transeúntes que acuden a calmar su sed en la fuente adosada a la torre-campanario de la iglesia de Santa María del Mar, cerca de donde la avenida del Puerto se entrega a la dársena interior, pueden leer este testimonio que agradece a Dionisio Bello Romero, su empeño y su donación para lograr la conducción de agua potable desde Valencia hasta la Vilanova del Grau.

Se tienen pocas noticias acerca de su vida privada y familiar. Se sabe que nació en el entonces municipio independiente de la Villanueva del Grao, donde vivió en la calle Mayor y tenía arrendado un horno, que tenía una barraca en los alrededores de las calles Comercio y San Antonio y que estaba casado con Joaquina Liñán, hermana del Canónigo Liñán, también nacido en el Grao, artífice de la creación del servicio de agua potable en la ciudad de Valencia. Poco más.

Hay que recordar que el Canónigo Liñán, su cuñado, trabajó para que el agua potable llegara a la ciudad, inaugurándose el 18 de septiembre de 1850, la primera fuente instalada en la plaza del Negrito. La ciudad reconoció en 1848 el empeño del Canónigo Liñán, rotulando con su apellido la calle que transcurre desde la avenida de María Cristina hasta la calle de Calabazas. Un siglo más tarde, en 1977, en los jardincillos inmediatos a la Basílica de la Virgen de los Desamparados, se le erigió un sencillo monumento cuya rotulación informa que “La Sociedad de Aguas Potables y Mejoras de Valencia costeó esta fuente como homenaje al promotor del primer abastecimiento de la ciudad”.



Sin duda por la natural influencia familiar, el objetivo del Canónigo Liñán de traer el agua a Valencia, encontró su complementariedad en la decisión de Dionisio Bello de trabajar en la modernización del Grao, acercando el servicio de agua potable. A ello dedicó muchos de sus esfuerzos, así como una importante cantidad de fondos.

Afortunadamente, Dionisio Bello debía ser buen conocedor de las dificultades, retrasos y problemas administrativos que suelen complicar la finalización de las grandes obras. Tal vez consciente de su inminente fallecimiento, quiso asegurarse de la realización de su proyecto, ratificando en su disposición testamentaria, su firme decisión de ayudar a la venida del agua potable, si bien incluyendo una cláusula por la que manifestaba que dicha donación quedaba sujeta a que las obras concluyeran antes de un año después de su muerte.

Efectivamente, su fallecimiento el 5 de mayo de 1858, le impidió presenciar la realización de su sueño: la llegada del agua potable al Grao, que se haría realidad un año más tarde.  Sin embargo, su estrategia iba a dar el resultado deseado y el 3 de mayo de 1859, festividad del Santísimo Cristo del Grao, con toda solemnidad, se procedió a la inauguración de la fuente, con asistencia de numerosas autoridades de Valencia y de la Villanueva del Grao, acto que fue solemnizado con la presencia de una compañía del ejército y amenizado por una banda de música.

Al día siguiente, el Diario Mercantil de Valencia describía el Grao con todos los balcones engalanados “los buques anclados en el puerto y los que se hallaban varados en la playa no estaban empavesados porque sus banderas, pabellones y flámulas, adornaban las calles”.

A la memoria de Dionisio Belló, el Ayuntamiento rotuló una calle, perpendicular a la Avda. del Puerto, casi enfrente de la misma fuente.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Vicent Monzó Expósito


VICENT MONZÓ EXPÓSITO
Per Iván Esbrí

Vicent Monzó Expósito (València, 22-01-1919/21-02-1994) és un dels artistes fallers paradigmàtics que ha donat el Marítim. Va cultivar un extens currículum de falles que aplegà fins Dénia partint del Cabanyal-Canyemelar, on en no poques demarcacions vigents i desaparegudes consta una falla plantada seua (Progrés, José Benlliure-Teatre de la Marina, Eugenía Viñes-Espadán, Blocs Platja); com junt el seu fill Juan Vicente Monzó Goñí (o este succeïnt-lo). 

Falles de barri per a gent de barri: cassolanes, marineres, bròfeges i costumbristes que armava en una composició molt característica sobre bases en creu de Sant Andreu, un volum al centre (tambors, esferes, pilars) per a suport de "el ninot de dalt", terme faller cabanyaler per referir-se al coronament. Monuments efímers de cartó i fusta realitzats a un modest taller -hui desaparegut- al carrer del Astillero; i plantades al tomb, com mana la tradició.
La seua especialitat era la pintura.

Però Monzó fou molt més que falles. També té una obra prolífica com a poeta festiu, assagista i caricaturista (Pensat i fet, El Turista fallero), amb un traç molt clar i reconeixible.



El professor Enric Soler i Godes va descriure’l de la següent forma: “fill de mariner, Vicent va quedar ancorat a terra i, com home del poble, viu del treball de cada jornada; però, com té ànima d’artista, va saber-se esmunyir el seu món. Un món de somnis i versos, un món literari, un món faller retratant simplement allò que el volta: les coses del Cabanyal, el que passà o no passà, un succeït, una escena sense trascendència... que ha sabut adobar-lo, al sa i al pla, literàriament d’una forma senzilla i entretinguda”.

De fet els seus llibres i articles -Falles, Setmana Santa Marinera, costums, oficis- tenen tints biogràfics que permenten descobrir més sobre la seua vida:

-La rajoleta.
-Recitals poètics, Associació d’Escriptors en Llengua Valenciana, volums VI-XIII.
-Contes d’un cabanyaler, Vives Mora, 1970. Premi Jocs Florals de Lo Rat Penat.
-Espigolar, 1972. Premi Caragola d’Or.
-Relaixos del Cabanyal, Mare Nostrum, 1992.
-Morralla, Associació d’Escritors en Llengua Valenciana, 1993.
-Miscelanees a vora mar, Fil d’Aram, 1994. Obra pòstuma.

Consultes:

-Enric Calvo (amic).
-Paco Monzó Goñí (fill).

-“La Semana Santa Marinera en la literatura”, llibre Germandat de Maria Santíssima de les Angusties, 2000.
-ARAZO, M. A. (1971): Valencianos de la Mar, Prometeo.
-ARIÑO VILLARROYA, A.; BORREGO PITARCH, V.; HERNÁNDEZ MARTÍ, G. M. (1993): Los escultores del fuego, Diputació de València.
-HERNÁNDEZ MARTÍ, G.M. (2018): Vides, somnis i anècdotes. Antologia de relats de la Setmana Santa Marinera, Ajuntament de València.
http://www.aellva.org/ Associació d’Escritors en Llengua Valenciana (consulta 04.05.2018).
https://elpais.com/ccaa/2014/06/04/quadern/1401907479_367514.html “El Cabanyal són paraules”, Carles Fenollosa, El País (consulta 04.05.2018).

lunes, 5 de noviembre de 2018

Pepe Ombuena i Lucas

PEPE OMBUENA i LUCAS
Por Javier Mozas

Jose Ombuena Lucas fue fallero de la Falla Progreso-Teatro de la Marina, en donde ocupó diferentes cargos directivos, y estaba en posesión del Bunyol d’Or i Brillants amb Fulles de Llorer fruto de su dilatada trayectoria en su comisión fallera.

Dentro de la Agrupación de Fallas del Marítimo también ocupó diferentes cargos directivos como Secretario General (en 1996 y 1997) y Vicepresidente (entre 1998 y 2000). Se le otorgó la insignia de Oro de la Agrupación, y el premio Pepe Chiral de la Agrupación en la IV edición en reconocimiento a su continuo trabajo y compromiso con las fallas y las tradiciones valencianas, y en concreto del Marítimo.



Además, participó como componente del comité organizador del Centenario de la Anexión del Marítimo a la ciudad de Valencia (1998), así como Presidente de Mesa del VIII Congreso Fallero, y ser uno de los máximos colaboradores de Lo Cant de l’Estoreta de Blocs Platja). Y ha redactado artículos para varias revistas falleras como Cendra, Marxa Popular Fallera o El Turista Fallero; en los libros de aniversario de las comisiones de Justo Vilar-Mercado del Cabanyal (1999), Blocs Platja (2002), y Major-Moraira (2012); así como artículos para varias comisiones falleras.

En relación con la Junta Central Fallera, primero fue Delegado de Cultura (entre los años 2009 y 2014) y posteriormente Delegado de Archivo-Documentación (en 2016) coordinando el Libro Oficial Fallero y formando parte del equipo del libro “Falles, un Patrimoni en Comú”. Además de formar parte como jurado de los concursos de Presentaciones, Calles Adornadas, Belenes, Corte de Honor de la FMIV (2002), y de Fallas desde 1995, destacando varios años para la sección Especial Infantil.

Estimado Pepe, este blog está inspirado en tu amor al Marítimo, a su historia y sus gentes, y sobre todo a tu apreciado Cant de l’Estoreta Velleta del Marítim. Seguro que disfrutarás de él allí donde estés.

Año 2017. Estoreta del Marítim (Falla Blocs Platja)

lunes, 29 de octubre de 2018

Arquitecto Guastavino


ARQUITECTO GUASTAVINO
por Luis Fernández

El arquitecto valenciano Rafael Guastavino Moreno (Valencia, 1842 – Baltimore, 1908) nació en la desaparecida calle de la Puñalería.



Este excéntrico y casi desconocido genio tuvo una vida azarosa que le hizo recalar en los florecientes Estados Unidos de entre siglos, donde su invento de la bóveda tabicada e ignífuga causó furor en un país cuyas ciudades más importantes acababan de ser destruidas por grandes incendios.
Guastavino no fue profeta en su tierra. En Valencia, su ciudad natal, su huella es prácticamente imperceptible, debido a su corta estancia en Valencia de apenas 17 años. No construyó nada en la ciudad del Turia porque desarrolló su vida laboral lejos de aquí, la calle y su casa donde nació fueron demolidas para ampliar la plaza de la Reina, y la calle que el Ayuntamiento le dedicó en 1964 en El Canyamelar, no tiene viviendas, y está entre los muros de las antiguas instalaciones ferroviarias del puerto, por donde discurría la conocida vía pedrera.



El reciente documental “El Arquitecto de Nueva York” junto a diversas entidades culturales están tratando de rescatar la memoria de este genial arquitecto.

Consulta para ampliar:
Fernández, Luis: Guastavino. Blog. https://valentinatopofilia.wordpress.com/

martes, 2 de octubre de 2018

Francesc Baldomar


FRANCESC BALDOMAR
Por Javier Mozas

Francesc Baldomar nació en Cataluña, en donde su padre, con el mismo nombre, ya trabajaba de cantero en la Catedral vieja de Lérida. Se trasladó a vivir a la ciudad de Valencia en el primer cuarto del siglo XV, y aquí pudo desarrollar su tarea constructiva dentro de la arquitectura gótica.

Aparece trabajando de arquitecto al menos entre los años 1425 y 1476, siendo considerado uno de los exponentes del estilo gótico por toda su producción conocida en la ampliación de la Catedral de Valencia con el Aula Capitular y Miguelete, el Portal de Quart, Capilla de Santa María de los Inocentes del Hospital General, obras en el Palacio Real, o las capillas de San Vicente y de los Reyes del convento de Santo Domingo.

Destacó por levantar una bóveda son nervaduras y con una doble escalera helicoidal, desarrollando el arte del corte de la piedra. Además, fue fundador del Gremio de Canteros.

Justamente en su primer año documentado como cantero, aparece trabajando en las llamadas Casas de la Mar, en el antiguo núcleo urbano del Grau.

Bibliografía:
Chiva Maroto, G.A. (2014): Francesc Baldomar. Maestro de obra de la Seo. Geometría e inspiración bíblica. Tesis doctoral. Editorial Universitat Politècnica de València
Gómez-Ferrer Lozano, Mercedes; Zaragoza Catalán, Arturo (2007). «Bajo la maestría de Antoni Dalmau y de Francesc Baldomar». Generalidad Valenciana
Zaragozá Catalán, Arturo (1992): El arte del corte de piedras en la arquitectura valenciana del cuatrocientos: Francesch Baldomar y el inicio de la estereotomía moderna. Actas del Primer Congreso de Historia del Arte Valenciano, mayo 1992-1993, págs. 97-105. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5492290

lunes, 17 de septiembre de 2018

Los Balnearios flotantes de la playa


LOS BALNEARIOS FLOTANTES DE LA PLAYA
Por Rafa Solaz

Las tradicionales y populares barraquetes de nadar no estaban bien consideradas. En las guías apenas aparecen citadas, sólo alguna referencia a sus playas. Será a partir del último tercio del siglo XIX cuando esta zona resurja y se empiece a publicitar debido a la aparición de los balnearios flotantes.

Éstos entraron directamente en competencia con las humildes barracas de baños por ser una mejora y comodidad de los servicios que ofrecían las tradicionales barraquetes. Incluso hubo una campaña de acoso y derribo en el periódico La Opinión contra ellas calificándolas de “miserables barracas”, y en favor de los balnearios que “para las personas amigas de la cultura y el decoro, felizmente se había construido un establecimiento donde bañarse con decencia”. Se instalaron en la dársena del puerto, a la izquierda de la Escalera Real.

La primera noticia de estos “lujosos” balnearios data de verano del año 1863 en que se inauguraron los Baños La Florida, obra del arquitecto Sebastián Monleón y decorado con paneles pintados por los hermanos Alós. Tal fue el acontecimiento, que se habilitó un servicio extraordinario de trenes y tartanas para los desplazamientos desde la ciudad. Disponía de una gran piscina, cuartos particulares con bañera de zinc para tomar agua caliente o fría, y cuartos familiares hasta para seis personas. Disponía de un comedor con capacidad para 300 comensales y la toma de baños en su establecimiento era recomendada contra el reumatismo y la obesidad. Fue reinaugurado en 1910 por sus nuevos propietarios, los Sres. Requena y García.

Baños La Florida (1863). Fuente: Antonio Sanchis: Historia del Grau


También se tiene conocimiento de la existencia de los Baños La Estrella, con un público más popular que el distinguido de La Florida, e instalado donde anteriormente estuvo La Rosa del Turia. Otro balneario flotante que destacó fueron los Baños La Perla, que se inauguraron en 1893 y tuvo varias ubicaciones hasta que se quedó definitivamente en donde hoy está el Club Náutico.

Poco antes, habían aparecido los merenderos en la playa del Cabanyal, como el de Las Arenas. Debido a su visión de empresa, su director Antonio Zarranz lo transformó a finales de siglo en balneario con los pabellones de corte clásico. En el año 1925, se le encargó al reconocido carpintero y artista fallero Carlos Cortina la construcción del pabellón flotante, que era montado y desmontado cada temporada. Tenía vallas de tablones a ambos lados y estaba construido en forma de cruz, anclado dentro del mar, y pintado en blanco y azul. Eran conocidos sus conciertos de zarzuelas y valses interpretados por violinistas.

Solaz Albert, Rafael (2006): El Marítim. Paseo costumbrista a través de antiguas tarjetas postales.

lunes, 16 de julio de 2018

Juan Antonio Benlliure Tomás


JUAN ANTONIO BENLLIURE TOMÁS
Por Javier Mozas
 
Los Benlliure fueron una saga de artistas valencianos que abarca ampliamente los siglos XIX y XX. Comienza con el patriarca, Juan Antonio Benlliure Tomás, que nació en el entonces municipio de Poble Nou del Mar en el año 1832. Sus antepasados fueron marineros y pescadores del lugar.
 
Pero su lugar no era seguir la tradición profesional familiar trabajando con el mar, si no que fue el primero de su familia en dedicarse a la pintura. Su afición por la pintura desde joven, le llevó a estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Una vez acabados sus estudios, se dedicó a la pintura decorativa y ornamental, y la escenografía. Sobre todo, desarrolló su trabajo para viviendas, dibujando perspectivas, y elementos decorativos de corte clásico como jarrones y guirnaldas, de moda en esa época.
 
Se casó con Ángela Gil y tuvieron seis hijos: Blas, José, María, Juan Antonio, Mariano y Jacinta. La mayoría de ellos se dedicaron a las artes, y con bastante fama, ya que los tres primeros fueron pintores y el cuarto fue escultor. Juan Antonio influyó claramente en su formación artística, sobre todo porque montó en su propia casa una escuela de pintura. También dos de sus sobrinos, Emilio y Gerardo Benlliure Morales, también fueron artistas, y uno de sus nietos.
 
Juan Antonio falleció el 16 de junio de 1906 en Valencia, siendo enterrado en el cementerio del Cabanyal.
 
Fundación Mariano Benlliure: http://marianobenlliure.org/


lunes, 2 de julio de 2018

Las antiguas barraquetes de nadar o Casas de Baños


LAS ANTIGUAS BARRAQUETES DE NADAR O CASAS DE BAÑOS

Rafa Solaz

 

La costumbre de ir a bañarse a las playas del Grao, Canyamelar y Cabanyal a partir del mes de julio ya está documentada desde hace siglos. No se tiene constancia de cuándo comenzó ni cómo sería el ritual del baño. Las noticias más antiguas que se tienen de instalaciones para cambiarse de ropa son construcciones efímeras utilizando cañas, palos y ramaje que se encontraban dispersos por la zona en abundancia. En un principio estaban destinadas al momento en que las mujeres, obligadas por el recato y la moral, las utilizaban para ponerse los paños menores, el traje de baño.

 

En el siglo XIX se construyeron las tradicionales barraquetes de nadar realizadas con tablones de madera y techumbres de cañas, lo que las hacía más consistentes y por lo tanto duraderas. Su interior estaba dividido en cabinas cubiertas de lonas, estoras o lienzos pintados, y separadas a uno y otro lado por un pasillo central. Se convertían así en espacios de intimidad necesarios para el cambio de indumentaria, sobre todo utilizados por las clases más populares.

 



Estaban situadas en primerísima línea de playa “en el último límite de las arenas besadas por las olas”, como una línea de formas caprichosas y grotescas. Vicente Blasco Ibáñez, en su novela Flor de mayo, las describe formando “en correcta fila ante el oleaje, empavesadas con banderas de todos los colores”. En el vértice superior de la fachada, las siluetas de monigotes, miriñaques, o barcos que distinguían a cada establecimiento. Un ejemplo era la de Miguel Llácer, que ostentaba en lo alto una campana y veleta, o la de Vicente Polit que tenía arriba de su entrada un gran escudo de Valencia y más arriba una bandera.

 

La rigurosa separación de sexos continuaba. De las destinadas a los hombres nos quedaron títulos, algunos evocadores y otros extravagantes, como: El Pelut, El Nano, El Fregit, El Bort, El Caragol, y para las mujeres: La Sabata, La Creueta, La Gàbia, El Titot… Los títulos evocadores con los que se les bautizó estaban puestos en la parte superior de la entrada. Otros que fueron conocidos eran Rosaura, El Globo, La Gloria, La Esfera, El Avión, La Mariblanca, La Palma, La Estrella, El Sol, La Luna, Florida, La Monkilí, o La Valenciana.

 

A la puerta de cada establecimiento se ponían a las barraqueras y barraqueros, pregonando las excelencias del establecimiento para así arrebatarse mutuamente a los parroquianos. Por ejemplo, era común pagar dos cuartos por el alquiler de una habitación, y algo más si por ejemplo necesitaba unos calzones para el baño. Estos precios económicos permitieron a las clases modestas acceder a un pequeño disfrute en el verano.

 

Al finalizar el verano, el propietario recogía los escasos muebles que había en el interior y desmontaba su barraqueta hasta la temporada siguiente. Vicente Blasco Ibáñez en su novela Flor de mayo describe este fenómeno como otra ciudad efímera “de quita y pon”. El resto del año, esta zona estaba olvidada.

 

Con el paso del tiempo y la construcción de los balnearios más pomposos, las barraquetes cayeron en desgracia y consideradas indecentes. A finales del siglo XIX existían registradas como casas de baños de mar alrededor de cincuenta. Después fueron sustituidos por los merenderos y restaurantes.

 

Solaz Albert, Rafael (2006): El Marítim. Paseo costumbrista a través de antiguas tarjetas postales.

lunes, 18 de junio de 2018

Justo Vilar


JUSTO VILAR
Por Javier Mozas

Justo Vilar David nació en la localidad valenciana de Manises el 17 de julio del año 1871, siendo el mayor de los hijos. Estudió el Bachillerato en las Escuelas Pías de Valencia, y posteriormente se trasladó a Madrid para estudiar la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad donde obtuvo el título universitario en el año 1895.
De regreso a Valencia, pasó por varios trabajos como ingeniero de obras en el tramo del Júcar del ferrocarril de Valencia a Villanueva de Castellón, en el canal de Aragón y Cataluña, o en el puerto de Melilla.
Su último destino fue el Puerto de Valencia, donde entró en 1900 como ingeniero auxiliar en la dirección de las obras. Ocupó de manera coyuntural el puesto de director interino, siendo nombrado Ingeniero Director de dichas obras en el año 1933. A consecuencia de la Guerra Civil, varios edificios, instalaciones y muelles sufrieron daños, por lo que, como director de la Junta de Obras, reconstruyó todo lo necesario. Además empezó las obras del espigón y muelle del Turia. Dicho puesto de Ingeniero Director del Puerto se jubiló el 17 de julio de 1941.
Formó parte de la Comisión Interministerial Pro Aeropuerto de Valencia, y elegido teniente de Alcalde de Valencia, ocupando la Presidencia en la Comisión de Fomento.
Además, su vida estuvo fuertemente impregnada de la religión cristiana. Fue fundador de la Rama de Hombres de Acción Católica, vocal de la Junta Diocesana y de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Tanto sus hijos como su hermano siguieron sus pasos en la vida cristiana: su hija Amparo ingresó como religiosa, su hijo Vicente fue ordenado sacerdote, y su hermano Vicente fue beatificado por Juan Pablo II.
Justo Vilar falleció en Valencia el 2 de noviembre de 1947.
El Ayuntamiento de Valencia le dedicó el 24 de abril de 1959 la calle que se llamaba Travesía del Mar, en el Distrito Marítimo, cerca del Puerto de Valencia, donde trabajo gran parte de su vida.

Bibliografía:
Domínguez Barberá, Martín (1964): Testigo en el camino. Vida de Don Justo Vilar David.
Llin Cháfer, Arturo: Modelos de Vida Cristiana. Justo Vilar. Pp. 277 y 278

lunes, 28 de mayo de 2018

Botánico Félix Robillard


BOTÁNICO FÉLIX ROBILLARD

(por Rafael Solaz)



El origen del nombre de nuestro barrio de la Malvarrosa está íntimamente ligado a Jean Félix Robillard Closier, un francés asentado en Valencia que poseía unos viveros en esta zona destinados a perfumerías.

Robillard nació en el año 1812 en la localidad francesa de Auneuil (Oise).  Estudió jardinería y botánica en París, coincidiendo con nuestro botánico Cavanilles. Consiguió el puesto de jardinero jefe de los Campos Elíseos en la capital gala. También tenía montada una fábrica que cultivaba plantas de estufa, sericultura, coníferas y otras destinadas a esencias.




Fue contratado en el año 1848 por la Universidad de Valencia para ocupar el puesto de Jardinero Mayor del Jardín Botánico, reordenándolo y diseñando los invernaderos. Difundió en varias publicaciones las novedades de la horticultura, botánica y sericultura, así como en exposiciones y congresos, cuyo trabajo fue reconocido con varias medallas y diplomas a nivel nacional e internacional.

Pocos años después, en 1856, compra una alquería en el camino de la Malvarrosa junto a la estación de tren La Cadena —actual calle de San Rafael, cerca del cruce con Río Tajo—, y unos amplios terrenos con una superficie equivalente a más de treinta campos de fútbol situados a caballo entre los antiguos términos municipales de Alboraya y Poble Nou de la Mar (en el límite norte del poblado del Cabanyal).
La zona era marjal, así que la primera tarea fue desecar toda la superficie y estableció en ella un vivero de horticultura con fuentes e invernaderos en donde plantó hierbas aromáticas y flores. Pero sobre todo, se dedicó al cultivo a escala industrial de la planta conocida como Malvarrosa, un geranio de origen africano cuyo nombre científico es pelargonium capitatum, oloroso, capaz de absorber la humedad del terreno, y conocida para elaborar perfumes y esencias.

Aprovechó una antigua fundición que había entre la actual plaza de Vera y la avenida de la Malvarrosa para instalar una fábrica de elaboración de perfumes y esencias, cuya empresa había nacido en el año 1860 bajo el nombre Robillard y Compañía. Producía esencias de verbena, artemisia, nardos y aceite de almendras entre otros. Pero sobre todo destacó por el perfume Malvarrosa, extraído del geranio, exportado con éxito incluso a la vecina Francia.

En el año 1872 amplió el negocio instalando una fábrica de jabones de tocador en un edificio de la plaza del Mercado del Poble Nou del Mar. De esta fábrica salieron en los años treinta del siglo siguiente varios productos relacionados con el aseo, como colonias, polvos, brillantinas, lociones, dentífricos, jabones, y polvos de talco como los reconocidos Olympia y el Polvo Seductor.







Diez años más tarde, su hijo Julio heredará ambas fábricas bajo el nombre de Viuda e Hijos de Félix Robillard a la muerte de su padre en el año 1888. Pocos años después compraron el Jardín de Roca, en la calle Alboraya, para ampliar sus cultivos y producción. Poseían tiendas en las plazas de Cajeros nº 66 y Mariano Benlliure nº 9, así como en la calle de San Vicente nº 19. Luego pasó a la calle Puerto Rico nº 5-9.

En resumen, Félix Robillard realizó una amplia plantación de la malvarrosa, dando nombre a la zona y en la actualidad al barrio, además de convertir el amplio espacio en un inmenso jardín. Además de ser el primero en instalar una fábrica de esencias en España, y la primera de jabones de tocador en Valencia, siendo proveedor de la Casa Real. Y también cuidó de nuestro Jardín Botánico. Tiene dedicada desde 2010 una plaza cerca de su residencia inicial en la Malvarrosa.


Para ampliar más sobre Félix Robillard:

Solaz Albert, Rafael (2006): El Marítim. Paseo costumbrista a través de antiguas tarjetas postales.

Sanchis Pallarés, Antonio (1994): Historia de la Malvarrosa (nacida del agua)



lunes, 14 de mayo de 2018

Ernesto Anastasio




Ernesto Anastasio Pascual (del libro de Transmediterránea)

Ernesto Anastasio Pascual nació en el Canyamelar en el año 1880. De padres y abuelos marinos, se marchó a Barcelona a estudiar Náutica, donde se graduó en 1897. Primero fue piloto de navío, y en 1902 obtuvo el título de Capitán de la Marina Mercante, ejerciendo el cargo en diferentes buques por los que pasó durante varias décadas. En el cincuenta aniversario de la obtención del título de Capitán, en 1952, se le homenajeó poniéndole su nombre a un buque de la Marina Mercante española que estuvo en activo hasta 1980 en sus ruta entre Barcelona y canarias.


También se licenció en Derecho, siendo profesor Catedrático de Derecho Mercantil Marítimo en la Escuela Náutica de Barcelona.


En el año 1917 fundó junto a Juan José Domine la actual compañía Transmediterránea, en la que llegó a ser Presidente del Consejo de Administración.

También ocupó el cargo de Presidente en diferentes empresas por las que pasó, como ‘La Unión y el Fénix Español’ de seguros, Unión Naval de Levante, Isleña Marítima, Atlántic Española, y Torras S.A. Además ocupó otros altos cargos en CAMPSA, Banco de Crédito Local, Minerva de Seguros.

Ernesto Anastasio falleció en 1969.


lunes, 7 de mayo de 2018

L'Estoreta Velleta (orígen)


L’ESTORETA VELLETA (origen)
por Javier Mozas


Los juegos en la calle eran el principal modo de sociabilización que tenían los niños en los siglos XVIII y XIX. Éste era su espacio natural para poder aprender y divertirse. La escuela aún no era un derecho generalizado. En sus juegos, a veces los chavales acompañaban con canciones, la mayoría combinando pocas notas y sencillas.


La tradición infantil de ‘l’Estoreta Velleta’ no tiene una fecha de comienzo. Se sabe que las fallas tenían una base de madera sobre la que se situaban los ninots, y en su interior se almacenaban todo tipo de trastos viejos, muebles rotos, y otro tipo de utensilios que hacían de combustible para la cremà de la falla.


Tramoyeres Blasco es el primer autor literario que lanza la idea que “Las fallas fueron, sin duda, en sus comienzos, diversión propia de niños, y se reducían a un montón de esteras viejas, sillas rotas y mesas perni-quebradas, desgarbado pedestal que sostenía a un monigote”. Esta idea fue reiterada por autores posteriores.


Las primeras informaciones sobre la participación de los chiquillos recogiendo trastos viejos nos llegan de la prensa de mediados del siglo XIX. El alcalde Francisco Brotons publicó un bando en marzo de 1862 prohibiendo “que persona alguna pueda encender hogueras de cualquier clase que sean sobre el embaldosado o empedrado de las calles y plazas. Los padres, abuelos, tíos o tutores de los muchachos que contravengan a esta disposición, serán responsables ante la autoridad de las faltas que aquellos cometan.”.


Los grupos, patrullas o cuadrillas no serían más de 6 u 8 niños. A veces no eran bien vistos que fueran por las calles cantando a gritos su tradicional Cant de l’Estoreta, como se ve por la recopilación de calificativos que le dedicó la prensa de la época: “Incendiarios de la plebe infantil”, “turba de chiquillos”, “rapazuelos”, “energúmenos”…

Grabado que muestra l'Estoreta Velleta en el siglo XIX


Parece ser que la Estoreta Velleta se realizaba en la segunda semana de marzo, pasando a realizarse en la primera semana de ese mes hacia finales de siglo, y desde principios del siglo XX era ya normal que los chiquillos estuvieran recogiendo trastos y muebles por las calles de su barrio casi un mes antes de las Fallas. Portaban una pequeña alfombra —estora en valenciano— donde poner encima lo recogido e ir arrastrándolo por las calles hasta que anochecía y guardaban el botín en la tienda de alguno de los padres.


La prensa de la época hizo una persecución de esta actividad considerándola impropia de una ciudad culta, debido a los constantes gritos o cantos en voz alta que proferían, así como el polvo levantado con el arrastre de sus esteras, y que seguro derribaría a algún transeúnte o espantaría a más de un caballo.


Parece que fue a finales del siglo XIX cuando comienza el declive de esta tradición infantil, ya que en la prensa apenas aparecen referencias a este acto, tampoco se habla casi de hogueras, y comienzan a aparecer las primeras referencias a fallas infantiles. Miquel Durán en un artículo publicado en la revista El Buñol en 1934 dice que aún se practicaba hasta hace pocos años. Y el pasodoble El Fallero que el maestro Serrano compuso en 1928 con letra de Maximiliano Thous recoge esta tradición.


El Cant de l’Estoreta es una tonadilla sencilla en su forma, ya que era semirrecitada y compuesta de versos monorrítmicos que imitan de manera primitiva la estructura de las aucas.


Per ací hi ha una estoreta velleta

per a la falla de Sant Josep,

El tio Pep?

Mes que seguisca la tapadora del comú

número u?



Para ampliar más sobre esta antigua tradición:
Mozas Hernando, Javier; Castelló Lli, Joan (2012): El Cant de l’Estoreta: pròlec musical a la festa de les Falles. Artículo publicado al llibret de la Falla Sant Roc (Torrent).