domingo, 7 de febrero de 2021

Els chiquets de l'arreplegà (Caro Adam 1922)

ELS CHIQUETS DE L’ARREPLEGÀ

Vicent Caro Adam (revista Pensat i Fet, 1922, pàgina 4)

 

-Visantico, trau la corda

 i les estores que tens.

-¿Cuánts som pera l’arreplega?

-Conta i vorás: Tofolet,

 Quico el del forn, Morroprim,

 tú i yo i el fill del fuster.

-¿Huí anirem a per l’astora

 que hiá a l’entrá del patiet

 del tío Cavila?

-Bueno.

-¡Molt ben pensat!

-¡Toca!

-¡Aném!

-¡¡Una estoreta velleta

 pa la falla ‘e San Jusep...!!

-Allí una dona mos crida.

-Ché, feu els sorts i no aneu,

 que l’any pasat ya cridà

 i después de traure ‘l fem

 que tenia dalt del sostre,

 mós donà un pelut desfet

 en més fanc qu’en un sequiol

 i en més forats que un garbell.

-¡¡Una estoreta velleta

 pa la falla ‘e San Jusep...!!

 ¡¡El tío Pep...!!

-¡Ché, es que crida!

-Qu’espere sentá, que anem.

-Puja tú a casa don Pío

 que hiá nyenya de calent,

 pues com la filla se casa,

 ya no vol més trastos vells,

 i te dos catres, un arca,

 un acordeó desfet

 i una mona embalsamà

 que s’ha quedat sinse pel.

-Pucha tú. Yo tinc vergonya.

Poreguita es lo que tens

 iI no vergonya, mocós!

-¡Puja tú, qu’eres valent...!

-Anemsen a per l’astora

 que hiá a l’entrá del patiet

 del tío Cavila.

-¡Aixó!

-¿I si l’agüela mos veu?

-No t’achantes, Morroprim.

-¿Yo, achantarme?

-¡Ché, cantem!

-¡¡Una estoreta velleta

 pa la falla ‘e San Jusep...!!

 ¡Agarra l’estora i pira!

-¿I s’ix la tía, redell?

-¡Afánala i pica sola!

 ¡¡...........!!

-¡Deixa l’astora, pillet!

 ¡¡Agarreulo!!

-¡Guiri!

-¡Guiri!

-¡¡Agarreulo!!

-¡Mala pell!

-¡Ay, mare!

-¡Calla, granuja!

-¿Eixa estora d’aón l’has tret?

-¡¡Asoltem... monosipal...!!!

-Allí en l’Asilo vorem.

¡Asoltem...!, ¿per una astora...?

 ¡Asoltem... no hu faré més...! 

lunes, 19 de octubre de 2020

El Paseo Marítimo

EL PASEO MARÍTIMO

por Antonio Sanchis Pallarés


El Paseo Marítimo de Malva-rosa-Cabanyal es un fenómeno inédito: ha dado respuesta a un proyecto que se puede llamar de sentido común. Ahora está ahí y se puede decir que ese proyecto es nuestro, que ya pertenece al pueblo, al “común”. Pero no fue así desde el principio, porque en realidad ese proyecto no existía, no se contemplaba en los despachos del Ministerio de Urbanismo. Ahora parece difícil de asimilar, pero el caso es que, en los planes de Joaquín Garrigues Walker, Malva-rosa y Cabanyal no eran más que un fragmento de una autopista que, partiendo de Puçol, se apoderaría de nuestra costa cubriéndola de cemento y, atravesando el puerto por un puente aéreo, llegaría hasta El Saler.

 

Pero este proyecto se frenó, escribiendo con ello una página rara de la historia: una página en la que podía y puede leerse que una cosa que al pueblo le parecía de sentido común   también al Gobierno le pareciera de sentido común.

 

Aunque al sentido común no le pusieron la alfombra roja, sino que para abrirse paso tuvo que andar por muchos caminos pedregosos y derribar algunas torres. Se puede afirmar que el primer paso en esta batalla se dio en la Asociación de Vecinos de la Malva-rosa, que el día 10 de enero de 1980 tuvo la primera noticia del proyecto de autopista, que unos funcionarios del MOPU les presentaron en sus locales, convencidos al parecer de que la Asociación aprobaría el proyecto. No fue así, sino que la Asociación puso en juego todos sus escasos recursos para dejar claro su rechazo. Pues no bastaba con que el Ministerio nos endulzara el proyecto como un medio de poner algo de orden en ese tramo de costa y situarnos en lo que ellos podían considerar “modernidad”. 

 

La primera medida que tomó la Asociación fue informar a los vecinos, y eso se hizo en unas fechas muy críticas: precisamente el 29 de junio de 1977 había fallecido un niño por haberse bañado en esa playa a la que constantemente habíamos denunciado como infectada. Como protesta por esa tragedia, el 8 de julio se había montado una gran manifestación ante la casa del concejal Pascual Lainosa. Pero se daba la casualidad de que ese día el concejal estaba inaugurando la Feria de Julio y preparando la visita que el sábado día 9 -para asistir a la conmemoración de los actos de la muerte de Jaime I- haría el Rey al Monasterio de El Puig.

 

                Acompañando al Rey, vendría a Valencia Joaquín Garrigues Walker. Éste estrenaba Ministerio, al que se le había añadido nueva competencia: Obras Públicas y "Urbanismo". Garrigues parecía ser el destinatario más adecuado para recibir nuestras quejas. De modo que allí mismo, en la esquina de la Avenida con la calle Lanzarote, ante centenares de vcinos, se leyó el texto de una carta fundamental que todos aprobaron y que se publicó en el boletín extra de la Coordinadora que salió el 28 de julio:

 

"Sr. Ministro: Su Ministerio ostenta un nuevo nombre: Urbanismo. Queremos que su gestión también sea nueva, en clara ruptura con un pasado que ha sido nefasto para los barrios populares.

 

De entre los numerosos problemas que tenemos, ahora le presentamos el más acuciante: la infecta acequia de Vera, que vierte todas sus aguas en la playa de la Malva-rosa. Ésta sería una de las mejores playas del Mediterráneo, y así se convierte en una verdadera porquería, foco de innumerables infecciones: tifus, hepatitis, disenterías...

 

Además, la desastrosa situación sanitaria de la zona favorece otro tipo de infecciones, como la meningitis, de la que ya tenemos dos casos mortales: el último, un niño de ocho años, muerto el pasado 29 de Junio.

 

En lugar de resolvernos el problema, el Plan 13 que afecta a nuestro barrio agrava la situación. Existe un proyecto muy adelantado, según decretos del Boletín Oficial de la Provincia del 24 de marzo de 1977, de hacer pasar una Autopista, desviación de la del Mediterráneo, a lo largo de nuestra playa.

 

Ante todo esto, nosotros nos preguntamos: ¿Van a cubrir, sanear y depurar la acequia de Vera y todas las acequias y vertederos que infectan nuestros barrios y playas? ¿Se va a anular el proyecto de la autopista por nuestras playas, y en su lugar crear un Paseo Marítimo?

 

Creemos que su Ministerio debe marcar otras directrices dedicando una atención preferente a los barrios populares. De lo acertado o desacertado de su gestión dependerá el apoyo o la repulsa de los vecinos".

 

                A partir de aquí, la Asociación y la Coordinadora inician una nueva campaña por el rescate de las playas para el pueblo valenciano: limpieza efectiva, depuradora y eliminación del proyecto de autopista: algún viajecito a Madrid, bastantes discusiones con los Ayuntamientos de Ramón Izquierdo, de Fernando Martínez Castellano y Ricard Pérez Casado. La cuestión ya no afectaba solamente a los poblados marítimos sino a toda Valencia y, efectivamente, amparados por una reciente coordinadora de Asociaciones, Malva-rosa encabezó una amplia campaña dirigida a todo el pueblo valenciano, al que se pasó, para la firma de adhesión, un sencillo y rotundo manifiesto. Entre otros, lo firmaron Manuel Broseta Pont, María Consuelo Reina y Vicent Andrés Estellés.

 

                Con todo este movimiento, la playa quedó asegurada para el pueblo. Lo lamentable es que en 1986 se perdió la playa de Natzaret. Pero eso es harina de otro costal.

lunes, 6 de julio de 2020

El chalet de Blasco Ibáñez

El chalet de Blasco Ibáñez
por Antonio Sanchis

Además de su exuberante obra literaria, Blasco Ibáñez representa en Valencia la lucha por la República, a la que intentó cimentar atacando de frente las ideas asentadas sobre los dos pilares monolíticos "de toda la vida": monarquía y catolicismo.
               
                Perteneciendo ya desde muy joven al Partido de Pi y Margall, una de sus primeras actuaciones es su intervención como orador en un mitin federal celebrado en un casino republicano de Vilanova del Grau, quedando allí definitivamente enrolado para actuaciones posteriores.
               
                Con el tiempo, Blasco consolida su ideario basándose en El Pueblo, en cuya redacción trabaja noche y día, y en la que redacta Arroz y Tartana y Flor de Mayo.,

A Blasco le gustaba la playa, aunque no por sus aspectos lúdicos o turísticos, sino precisamente por lo contrario: lo que Blasco buscaba en la Malva-rosa era la soledad, la tranquilidad para descansar y para crear.  En su tiempo,
para "llegar hasta allí, después de dejar el trenet en la estación de la Cadena, debe caminarse fatigosamente alrededor de un kilómetro sobre arenales o bien por la orilla del mar. Este alejamiento le parece suficiente a Blasco para adquirir la soledad que apetece".

Es por la zona donde pudo organizar alguna comida de fraternidad, ofreciendo a literatos amigos una espléndida paella a la que acudió doña Emilia Pardo Bazán.

Algunos veranos ya había alquilado un chalet en la zona, pero en 1902 consigue ver cumplido uno de sus sueños: el chalet de la Malva-rosa, desde el que, en la distancia, podía oírse la campana del lejano hospital de San Juan de Dios.

Es de resaltar la alegría que tuvieron Blasco y Sorolla, que prácticamente se consideraban hermanos, al encontrarse en la playa, dedicados a reflejar la vida marinera de la época, uno con su pluma y otro con sus pinceles.

Es en esta época, concretamente en la campaña para las municipales de 1901, cuando Blasco plasma en su programa una de sus principales ideas urbanísticas:

Es conveniente llevar a cabo el proyecto del boulevard desde el antiguo jardín del Real a los poblados marítimos. Valencia tendrá un nuevo paseo, una verdadera calle moderna, semejante a la Avenida del Parque de Bolonia en París, o la Castellana de Madrid, y la parte más extrema del Cabañal se uniría a la ciudad por un camino más corto.

Azulejo original del antiguo chalet de Blasco Ibáñez


Como parece ser inevitable en los politiqueos, los enemigos de Blasco se ceban contra él, calificándole como el Sultán de la Malvarrosa.
               
                Ante esto, Blasco adopta una decisión muy propia de su carácter: abrir a todos los visitantes las puertas del chalet, para que pudiesen ver la auténtica realidad con sus propios ojos. Las visitas reaccionaban de distinto modo según su filiación política. Las gentes del partido que acudían saciaban su pasión por Blasco echándose en las camas y revolcándose en sábanas y mantas... Los visitantes enemigos subían sobre la gran mesa de mármol de la galería y se marcaban un zapateado.

El caso es que Blasco sale herido tras una serie de combates políticos, emprendiendo la aventura de Argentina y de Norteamérica, pretendiendo incluso deshacerse de todo cuanto le ligue materialmente a Valencia; incluso del chalet de la playa. Pero María, su esposa, se opone:

                - "¡No! ¡La casa frente al mar, no! ¡La Malva-rosa, no!", con un grito que no era una súplica, sino una decisión formal de la que todavía mantenía la propiedad el chalet.

Y mientras Blasco, desterrado republicano, centra su vida en Francia, María sigue viviendo en la Malva-rosa, haciendo amistad con los fundadores de La Carmela y viendo cómo a toda esa primera línea de playa se le asigna durante un tiempo el nombre de María Blasco.

Luego, ya se sabe, un nuevo régimen relega al ostracismo a Blasco y a todo lo relacionado con él. Durante la guerra, su chalet sirve para albergar a niños que huyen de los bombardeos de Madrid. Y con el triunfo de los que se sublevaron contra la República, el chalet es incautado por el nuevo régimen y se usa como Escuela de Flechas Navales.

Después de unas largas peripecias, la lógica se impone y se restaura el chalet, recuperando así el legado de nuestro más emblemático literato y político.


BIBLIOGRAFÍA A CONSULTAR:

SANCHIS PALLARÉS, Antonio: Historia de la Malvarrosa (nacida del agua). Ayuntamiento de Valencia, 1994.

lunes, 15 de junio de 2020

lunes, 1 de junio de 2020

Trajes de Baño en el siglo XIX


TRAJES DE BAÑO EN EL SIGLO XIX
Por Rafa Solaz

Desconocemos si existían las primitivas barraquetes o casas de baños desde el inicio de la tradición del veraneo, ya que quizás los valencianos acudían a las playas con sus trajes de baño o quizás se cambiaban de manera más o menos disimulada una vez llegados allí. Lo que sí parece cierto es que las primeras instalaciones para cambiarse de ropa son construcciones efímeras de cañas, palos y ramaje, quizás debido a que era material que se encontraban en abundancia por la zona. Se tapaban con improvisadas telas de lino para protegerse del sol y para evitar las miradas de los curiosos mientras se cambiaba de ropa.

Parece ser que cuando se tiene constancia de les barraquetes, se utilizaban para que las mujeres de cambiaran de ropa y ponerse en paños menores, aunque no podemos decir que fuera muy adecuada (desde el punto de vista actual) para tomar el sol o un baño. Se quedaban o ponían “una especie de ropa interior que ni siquiera se podía llamar traje de baño y que cubría absolutamente todo el cuerpo, de los pies a la cabeza.

Según la moral de la época, “Los baños de las señoras, que debían ir cubiertas al menos con camisa, no podían ser presenciados por varones, ni aún siquiera por los maridos. Los hombres debían utilizar para el baño calzones de color blanco y no otra cosa que ofendiera el pudor, estableciéndose multas de diez libras para aquellos que incumplieran estas normas.” En el cambio del siglo XVIII al XIX, existía una clara separación de sexos a la hora de tomar el baño.

A mediados del siglo XIX, los trajes de baño “daban un aspecto chocante, como personajes salidos de un convento de frailes, con aquella bata holgada, de lana o de algodón, algunas hasta con cola, cubriéndose la cabeza con el insustituible y enorme sombrero de palma.”. Pretendían cubrir al máximo la curiosidad por el cuerpo humano, pero cuando entraran en el mar y el agua les mojara, dejaría más a la vista las curvas del cuerpo… En esta época, “estos bañadores dieron paso al traje con calzón ceñido al tobillo y la chaquetilla o falda marinera. Los bañistas continuaban vistiendo largos trajes con rayas horizontales y se exponían al sol lo menos posible. Las mujeres, sobre todo, los llevaban con esclavinas muy holgadas, y hasta un gorro en la cabeza adornada con algún lazo coquetón.

Para ampliar más sobre el tema:
Solaz Albert, Rafael (2006): El Marítim. Paseo costumbrista a través de antiguas tarjetas postales.

viernes, 8 de mayo de 2020

ORIGE DE LES FALLES


ORIGE DE LES FALLES

Sobre este punt han donat molts la seua opinió; ¿per qué no he de donar yo també la meua?

                En Valencia dura l’ivern poc. En cuant promedia el mes de Mars, incomoden en moltes cases els trastps, estores y paraments qu’el us ha envellit. Si no hagueren falleres hauria que inventarles pera acabar en tals estorbs. Y, en efecte, s’inventaren. ¿Cuánt? No ho sé; tal vegá a principis del segle pasat; molt avans, quisá.

                Algú vehí de bon humor. Y com l’esperit d’imitació es tan intens, en cuant u va encendre la foguera un’atre picaria la pedra de foc y un’atre comensá a tirar per la finestra els derringlats ensers... Una verdadera divertició nocturna, pròpia dels trasnotjadors –no a atres hores degueren consertirla els señors del Concell, que reclamava, per consegüent, la vespra d’una festa.

[...]

NOTA: Texto publicado por Josep Martínez Aloy, en la revista Pensat i Fet, 1914, pàgina 3.

lunes, 13 de enero de 2020

HIÁ UNA ESTORETA VELLETA...?


HIÁ UNA ESTORETA VELLETA...?

TOTS els hem vist. Es la gicalla da sempre, que cuant San Joseph s’acosta recorre incansable els carrers de Valencia escampant alegría y joventut en este crit típic, reblit de tradició.

Yo admire eixa colla procesional, que va a 1’arreplega de la estoreta velleta en un inconcient fervor, al que l’espenta la seua sanc valenciana y la seua ánima infantil moldejá en l’ambient popular.

M'admiren y m’alegren el còr, perqué porten a mí el ressò anyoransat de una infantesa qu’em fá aspirar 1’aroma del meu pasat, tan dols, tan felís, plé de carcallaes y de vida...

Seguíu, giquets, seguíu cridant, y que a vostre crit despèrte Valencia ses dormides energies y vullga ser, con té dret per 1’orige, per 1’espirit y per 1’Història, un póble respetat, y gran, poderós y admirat, sabi y artiste.


NOTA: Texto publicado por EDUART ABARCA, en la revista Pensat y Fet 1912, página 16.