EL AERÓDROMO DE LA MALVA-ROSA
Por Toni Sanchis
Difícil de
imaginar, pero un hecho completamente cierto: la Malva-rosa se constituyó en
campo de pruebas para el desarrollo de lo que llamaban la nueva ciencia de la
navegación aérea. Ningún terreno más a propósito en València que esos tres kilómetros
de pista desierta sobre la arena de la playa.
Después del
primer intento frustrado que Olivert hizo junto al cuartel de Paterna, con un
aeroplano a la velocidad de 60 kilómetros por hora durante treinta metros, el
primer domingo de septiembre de 1909, la considerada primera exhibición pública
tuvo lugar en la Malva-rosa, a cargo del aviador francés Mr. Julien Mamet.
Siendo profesor de aviación en la escuela de Pau, fue contratado por los
organizadores de la Exposición Regional para hacer una exhibición en la playa
de la Malva-rosa, el 23 de mayo de 1910.
A todo lo
largo de la playa se había acondicionado una pista de vuelo, vallada por sus
extremos y con un hangar a unos 500 metros del chalet de Blasco Ibáñez. Llegado
el momento, Mamet se sentó a los mandos del aparato Bleriot XI, con fuselaje de
tubos de acero y alas de tela en un bastidor con tirantes de madera de fresno,
avanzando en dirección a Las Arenas. Se elevó con rapidez y suavidad y, al
llegar a la altura del balneario, viró hacia la izquierda adentrándose en el
mar y volviendo de nuevo hacia Alboraia donde viró de nuevo, sobrevolando el
chalet de Blasco para enfilar la pista de "aterrage". La gente estaba
realmente asombrada, y dedicó al piloto constantes y estruendosas ovaciones.
Este primer vuelo duró unos nueve minutos. El monoplano de esta primera prueba
aérea, con la que se estrena la aeronáutica en Valencia, se conserva todavía
como una joya en el Museo del Aire, en Cuatro Vientos, junto al autogiro de La
Cierva.
A estas
exhibiciones siguieron otras, que cada vez eran seguidas con más interés por
toda Valencia. Un punto culminante de estas exhibiciones fue el llamado raid aviatorio de 1911, organizado con motivo
de la Feria de julio. El día 29, desde las cuatro de la madrugada empezó a
llegar gente, pagando cinco pesetas por la entrada al recinto. De los tres
participantes, el primero que emprendió el vuelo fue Le Lasseur, que, a los
cien metros del inicio de la pista, situado junto al chalet de Blasco, se elevó
majestuosamente, acompañado por los siseos y los gritos de admiración de la
multitud. Los otros dos participantes no culminaron el raid, pero Le Lasseur
pudo aterrizar en Alicante tras una hora y 50 minutos de vuelo. Al día
siguiente, regresó a la Malva-rosa, empleando casi el mismo tiempo: una hora y
54 minutos.
A partir de
entonces, y hasta la inauguración en 1932 del aeródromo de Manises, la playa de
la Malva-rosa fue el auténtico campo de aviación de Valencia.
El que realmente dio vida al aeródromo de Malva-rosa
fue Alfonso Alarcón Artal, con su biplano de segunda mano "Havilland
Moth", a quien bautizó como "Avión Valencia". En Malva-rosa
construyó Alarcón una caseta-hangar, desde la que emprendía, con su mecánico
Fermín Llopis, vuelos de propaganda, festivales aeronáuticos y viajes como
aero-taxi a Castellón, así como vuelos alrededor de la ciudad al precio de 25
pesetas. Solo o acompañado, si el tripulante tenía agallas, a Alarcón le
gustaba dar pasadas rasantes por los Viveros los días de fiesta.