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lunes, 27 de mayo de 2019

La Marina Auxiliante y el Progreso Pescador


LA MARINA AUXILIANTE Y EL PROGRESO PESCADOR
Por Toni Sanchis

El Cabanyal nació para la pesca. La pesca es lo que le confiere sus señas de identidad. Es muy fácil defender esta afirmación ya que la mayoría de los actuales habitantes del Cabanyal tienen parientes que han sido marineros, pescadores o calafates. Y muchos ostentan sus apellidos con orgullo: Bru, Lacomba, Ballester, Leyba, Bens, García Tormos, Palau, Gay, Gallart, Ferrer, Belenguer, Fosati…


Casa dels bous del Progreso Pescador

Hay dos huellas, una muy nítida y otra más difuminada, que constatan la decisiva importancia de la pesca en el Cabanyal: la primera, el monumental edificio de la Lonja del pescado en la calle Eugenia Viñes, con su adjunta Casa dels bous en la calle de Pescadores, conjunto arquitectónico e histórico que, a base de luchas en los despachos y en la calle, va a ser conservado en su integridad. Ésta es una de las dos lonjas y casas dels bous, fundada y dirigida por los patronos.

Pero ya a principios del siglo XIX la lucha entre patronos y obreros alcanzaba momentos álgidos, que en este caso tenían muchas connotaciones familiares, pues aquí todo el mundo se conocía.


Casa dels bous de La Marina Auxiliante

De hecho, a los diferentes miembros de las cooperativas se les conocía como els biberons (amamantados por los patronos) y els socis (cooperativistas del Progreso). Pero el caso es que los simples pescadores creían (¿dónde hemos oído eso?) que los patronos abusaban de ellos y se creyeron capaces de montar por su cuenta otra cooperativa de pesca semejante a la patronal. Claro que no les faltó la ayuda del blasquismo, opuesto tanto al caciquismo como a la intolerancia religiosa y a la monarquía. El caso es que, a base de echar el anzuelo por los despachos, consiguen que se apruebe su sociedad, a la que llaman El Progreso Pescador. De su lonja y de su propia casa dels bous sólo se conserva una fachada, frente a las Termas Victoria. En cambio, se conserva prácticamente idéntica su Cooperativa de consumo, El Casinet, del camino del Cabanyal.

Después de la guerra, las dos sociedades se fusionaron y siguieron trabajando conjuntamente en el puerto.

lunes, 14 de enero de 2019

El marino Villamil


EL MARINO VILLAMIL
Por Luiso Fernández

Cada uno tiene, dicho vulgarmente, su pedrada en la cabeza, su obsesión. La mía, o mejor dicho una de las mías, fácil de adivinar es la que me hace estar todas las semanas delante del ordenador o delante de un micrófono, para escribir y hablar sobre la toponimia urbana de Valencia. Y resulta que esta bendita obsesión no me deja descansar ni en vacaciones y ante cualquier nuevo descubrimiento toponímico, la maquinaria se pone a funcionar.

Este verano presencié varias apariciones callejeras, una de ellas en Pinedo. En una escapada gastronómica a esta pedanía valenciana, tuve la suerte de aparcar el coche en la calle del Marino Villamil, una de tantas vías desconocidas y perdidas en lo más oscuro de nuestro nomenclátor, pero de la cual subyacen anécdotas y personajes fascinantes.

Empezando por la calle, la del Marino Villamil, es de esas que ponen en jaque a cualquier estudioso de la toponimia patria. La primera referencia a esta calle la encontramos en 1911, cuando en un documento dirigido a la Comisión de Estadística, varios concejales pusieron en su conocimiento la existencia de una pequeña calle del distrito del Puerto, cercana a las atarazanas, carente de nombre. La Comisión se ocupó de ello y elevó dictamen al Ayuntamiento proponiendo se le diera la denominación de Marino Villamil, sin decir quien fue ni porqué se le pretendía enaltecer.


Fernando Villamil en una imagen de la revista El Mundo Naval Ilustrado de 1898. Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital.

El Ayuntamiento acordó la propuesta, y la calle del desconocido Villamil permaneció en aquel barrio hasta que las obras de reurbanización del Grao, con la apertura de la avenida de J.J. Dómine y la plaza del Tribunal de las Aguas, durante los años 50 del siglo XX, acabaron con aquel pequeño enjambre de calles entre los que se encontraba la dedicada al ignoto marino. La calle del Marino Villamil fue repuesta en 1969 en la pedanía de Pinedo, pero todavía sin esclarecer quien fue y por qué tiene una calle en Valencia.

A pesar del oscurantismo del expediente de rotulación, lo cierto es que aquella calle denominada en 1911 del Marino Villamil no hay duda de que estaba dedicada al marino asturiano Fernando Villamil (o Villamil) (Serantes, 1845 – Santiago de Cuba, 1898), el prestigioso diseñador del primer buque contra torpedero de la historia, y que aquel año de 1911 estaba siendo recordado y exaltado por las autoridades españolas como uno de los héroes de la guerra de Cuba. De ahí que la pequeña calle del Muelle de Tierra del Puerto de Valencia fuese bautizada con su nombre.

El teniente de navío Fernando Villamil fue por tanto el ideólogo del Destructor, un tipo de buque rápido diseñado para contrarrestar a los buques torpederos. La Armada Española fue la primera en poseer este tipo de embarcaciones, pero sin embargo nada pudieron hacer en su primera puesta en escena, en el desastre de Cuba de 1898.

Villamil también se hizo famoso por estar el frente del buque-escuela Nautilus en el viaje de circunnavegación a vela realizado entre diciembre de 1892 y agosto de 1894, con el objetivo de instruir a los guardiamarinas de la Armada Española. El malogrado Villamil falleció 1898 a bordo de uno de los destructores que el mismo había diseñado, bombardeado por la flota estadounidense en las inmediaciones del puerto de Santiago de Cuba, durante la guerra hispano-estadounidense de infausto recuerdo.

De nuevo, aquí en Valencia, una pequeña calle y una gran historia, urbana y universal, la del marino Villamil. Cuando aparquen su coche, no olviden el nombre de la calle donde lo han hecho, se sorprenderán.