EL MARINO VILLAMIL
Por Luiso Fernández
Cada uno tiene, dicho vulgarmente, su
pedrada en la cabeza, su obsesión. La mía, o mejor dicho una de las mías, fácil
de adivinar es la que me hace estar todas las semanas delante del ordenador o
delante de un micrófono, para escribir y hablar sobre la toponimia urbana de
Valencia. Y resulta que esta bendita obsesión no me deja descansar ni en
vacaciones y ante cualquier nuevo descubrimiento toponímico, la maquinaria se
pone a funcionar.
Este verano presencié varias apariciones
callejeras, una de ellas en Pinedo. En una escapada gastronómica a esta pedanía
valenciana, tuve la suerte de aparcar el coche en la calle del Marino Villamil,
una de tantas vías desconocidas y perdidas en lo más oscuro de nuestro
nomenclátor, pero de la cual subyacen anécdotas y personajes fascinantes.
Empezando por la calle, la del Marino
Villamil, es de esas que ponen en jaque a cualquier estudioso de la toponimia
patria. La primera referencia a esta calle la encontramos en 1911, cuando en un
documento dirigido a la Comisión de Estadística, varios concejales pusieron en
su conocimiento la existencia de una pequeña calle del distrito del Puerto,
cercana a las atarazanas, carente de nombre. La Comisión se ocupó de ello y
elevó dictamen al Ayuntamiento proponiendo se le diera la denominación de
Marino Villamil, sin decir quien fue ni porqué se le pretendía enaltecer.
Fernando Villamil en una imagen de la revista El Mundo Naval Ilustrado de 1898. Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital.
El Ayuntamiento acordó la propuesta, y la
calle del desconocido Villamil permaneció en aquel barrio hasta que las obras
de reurbanización del Grao, con la apertura de la avenida de J.J. Dómine y la
plaza del Tribunal de las Aguas, durante los años 50 del siglo XX, acabaron con
aquel pequeño enjambre de calles entre los que se encontraba la dedicada al
ignoto marino. La calle del Marino Villamil fue repuesta en 1969 en la pedanía
de Pinedo, pero todavía sin esclarecer quien fue y por qué tiene una calle en
Valencia.
A pesar del oscurantismo del expediente de
rotulación, lo cierto es que aquella calle denominada en 1911 del Marino
Villamil no hay duda de que estaba dedicada al marino asturiano Fernando
Villamil (o Villamil) (Serantes, 1845 – Santiago de Cuba, 1898), el prestigioso
diseñador del primer buque contra torpedero de la historia, y que aquel año de
1911 estaba siendo recordado y exaltado por las autoridades españolas como uno
de los héroes de la guerra de Cuba. De ahí que la pequeña calle del Muelle de
Tierra del Puerto de Valencia fuese bautizada con su nombre.
El teniente de navío Fernando Villamil fue
por tanto el ideólogo del Destructor, un tipo de buque rápido diseñado para
contrarrestar a los buques torpederos. La Armada Española fue la primera en
poseer este tipo de embarcaciones, pero sin embargo nada pudieron hacer en su
primera puesta en escena, en el desastre de Cuba de 1898.
Villamil también se hizo famoso por estar
el frente del buque-escuela Nautilus en el viaje de circunnavegación a vela
realizado entre diciembre de 1892 y agosto de 1894, con el objetivo de instruir
a los guardiamarinas de la Armada Española. El malogrado Villamil falleció 1898
a bordo de uno de los destructores que el mismo había diseñado, bombardeado por
la flota estadounidense en las inmediaciones del puerto de Santiago de Cuba,
durante la guerra hispano-estadounidense de infausto recuerdo.
De nuevo, aquí en Valencia, una pequeña
calle y una gran historia, urbana y universal, la del marino Villamil. Cuando
aparquen su coche, no olviden el nombre de la calle donde lo han hecho, se
sorprenderán.
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