lunes, 7 de mayo de 2018

L'Estoreta Velleta (orígen)


L’ESTORETA VELLETA (origen)
por Javier Mozas


Los juegos en la calle eran el principal modo de sociabilización que tenían los niños en los siglos XVIII y XIX. Éste era su espacio natural para poder aprender y divertirse. La escuela aún no era un derecho generalizado. En sus juegos, a veces los chavales acompañaban con canciones, la mayoría combinando pocas notas y sencillas.


La tradición infantil de ‘l’Estoreta Velleta’ no tiene una fecha de comienzo. Se sabe que las fallas tenían una base de madera sobre la que se situaban los ninots, y en su interior se almacenaban todo tipo de trastos viejos, muebles rotos, y otro tipo de utensilios que hacían de combustible para la cremà de la falla.


Tramoyeres Blasco es el primer autor literario que lanza la idea que “Las fallas fueron, sin duda, en sus comienzos, diversión propia de niños, y se reducían a un montón de esteras viejas, sillas rotas y mesas perni-quebradas, desgarbado pedestal que sostenía a un monigote”. Esta idea fue reiterada por autores posteriores.


Las primeras informaciones sobre la participación de los chiquillos recogiendo trastos viejos nos llegan de la prensa de mediados del siglo XIX. El alcalde Francisco Brotons publicó un bando en marzo de 1862 prohibiendo “que persona alguna pueda encender hogueras de cualquier clase que sean sobre el embaldosado o empedrado de las calles y plazas. Los padres, abuelos, tíos o tutores de los muchachos que contravengan a esta disposición, serán responsables ante la autoridad de las faltas que aquellos cometan.”.


Los grupos, patrullas o cuadrillas no serían más de 6 u 8 niños. A veces no eran bien vistos que fueran por las calles cantando a gritos su tradicional Cant de l’Estoreta, como se ve por la recopilación de calificativos que le dedicó la prensa de la época: “Incendiarios de la plebe infantil”, “turba de chiquillos”, “rapazuelos”, “energúmenos”…

Grabado que muestra l'Estoreta Velleta en el siglo XIX


Parece ser que la Estoreta Velleta se realizaba en la segunda semana de marzo, pasando a realizarse en la primera semana de ese mes hacia finales de siglo, y desde principios del siglo XX era ya normal que los chiquillos estuvieran recogiendo trastos y muebles por las calles de su barrio casi un mes antes de las Fallas. Portaban una pequeña alfombra —estora en valenciano— donde poner encima lo recogido e ir arrastrándolo por las calles hasta que anochecía y guardaban el botín en la tienda de alguno de los padres.


La prensa de la época hizo una persecución de esta actividad considerándola impropia de una ciudad culta, debido a los constantes gritos o cantos en voz alta que proferían, así como el polvo levantado con el arrastre de sus esteras, y que seguro derribaría a algún transeúnte o espantaría a más de un caballo.


Parece que fue a finales del siglo XIX cuando comienza el declive de esta tradición infantil, ya que en la prensa apenas aparecen referencias a este acto, tampoco se habla casi de hogueras, y comienzan a aparecer las primeras referencias a fallas infantiles. Miquel Durán en un artículo publicado en la revista El Buñol en 1934 dice que aún se practicaba hasta hace pocos años. Y el pasodoble El Fallero que el maestro Serrano compuso en 1928 con letra de Maximiliano Thous recoge esta tradición.


El Cant de l’Estoreta es una tonadilla sencilla en su forma, ya que era semirrecitada y compuesta de versos monorrítmicos que imitan de manera primitiva la estructura de las aucas.


Per ací hi ha una estoreta velleta

per a la falla de Sant Josep,

El tio Pep?

Mes que seguisca la tapadora del comú

número u?



Para ampliar más sobre esta antigua tradición:
Mozas Hernando, Javier; Castelló Lli, Joan (2012): El Cant de l’Estoreta: pròlec musical a la festa de les Falles. Artículo publicado al llibret de la Falla Sant Roc (Torrent).

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