lunes, 28 de mayo de 2018

Botánico Félix Robillard


BOTÁNICO FÉLIX ROBILLARD

(por Rafael Solaz)



El origen del nombre de nuestro barrio de la Malvarrosa está íntimamente ligado a Jean Félix Robillard Closier, un francés asentado en Valencia que poseía unos viveros en esta zona destinados a perfumerías.

Robillard nació en el año 1812 en la localidad francesa de Auneuil (Oise).  Estudió jardinería y botánica en París, coincidiendo con nuestro botánico Cavanilles. Consiguió el puesto de jardinero jefe de los Campos Elíseos en la capital gala. También tenía montada una fábrica que cultivaba plantas de estufa, sericultura, coníferas y otras destinadas a esencias.




Fue contratado en el año 1848 por la Universidad de Valencia para ocupar el puesto de Jardinero Mayor del Jardín Botánico, reordenándolo y diseñando los invernaderos. Difundió en varias publicaciones las novedades de la horticultura, botánica y sericultura, así como en exposiciones y congresos, cuyo trabajo fue reconocido con varias medallas y diplomas a nivel nacional e internacional.

Pocos años después, en 1856, compra una alquería en el camino de la Malvarrosa junto a la estación de tren La Cadena —actual calle de San Rafael, cerca del cruce con Río Tajo—, y unos amplios terrenos con una superficie equivalente a más de treinta campos de fútbol situados a caballo entre los antiguos términos municipales de Alboraya y Poble Nou de la Mar (en el límite norte del poblado del Cabanyal).
La zona era marjal, así que la primera tarea fue desecar toda la superficie y estableció en ella un vivero de horticultura con fuentes e invernaderos en donde plantó hierbas aromáticas y flores. Pero sobre todo, se dedicó al cultivo a escala industrial de la planta conocida como Malvarrosa, un geranio de origen africano cuyo nombre científico es pelargonium capitatum, oloroso, capaz de absorber la humedad del terreno, y conocida para elaborar perfumes y esencias.

Aprovechó una antigua fundición que había entre la actual plaza de Vera y la avenida de la Malvarrosa para instalar una fábrica de elaboración de perfumes y esencias, cuya empresa había nacido en el año 1860 bajo el nombre Robillard y Compañía. Producía esencias de verbena, artemisia, nardos y aceite de almendras entre otros. Pero sobre todo destacó por el perfume Malvarrosa, extraído del geranio, exportado con éxito incluso a la vecina Francia.

En el año 1872 amplió el negocio instalando una fábrica de jabones de tocador en un edificio de la plaza del Mercado del Poble Nou del Mar. De esta fábrica salieron en los años treinta del siglo siguiente varios productos relacionados con el aseo, como colonias, polvos, brillantinas, lociones, dentífricos, jabones, y polvos de talco como los reconocidos Olympia y el Polvo Seductor.







Diez años más tarde, su hijo Julio heredará ambas fábricas bajo el nombre de Viuda e Hijos de Félix Robillard a la muerte de su padre en el año 1888. Pocos años después compraron el Jardín de Roca, en la calle Alboraya, para ampliar sus cultivos y producción. Poseían tiendas en las plazas de Cajeros nº 66 y Mariano Benlliure nº 9, así como en la calle de San Vicente nº 19. Luego pasó a la calle Puerto Rico nº 5-9.

En resumen, Félix Robillard realizó una amplia plantación de la malvarrosa, dando nombre a la zona y en la actualidad al barrio, además de convertir el amplio espacio en un inmenso jardín. Además de ser el primero en instalar una fábrica de esencias en España, y la primera de jabones de tocador en Valencia, siendo proveedor de la Casa Real. Y también cuidó de nuestro Jardín Botánico. Tiene dedicada desde 2010 una plaza cerca de su residencia inicial en la Malvarrosa.


Para ampliar más sobre Félix Robillard:

Solaz Albert, Rafael (2006): El Marítim. Paseo costumbrista a través de antiguas tarjetas postales.

Sanchis Pallarés, Antonio (1994): Historia de la Malvarrosa (nacida del agua)



lunes, 14 de mayo de 2018

Ernesto Anastasio




Ernesto Anastasio Pascual (del libro de Transmediterránea)

Ernesto Anastasio Pascual nació en el Canyamelar en el año 1880. De padres y abuelos marinos, se marchó a Barcelona a estudiar Náutica, donde se graduó en 1897. Primero fue piloto de navío, y en 1902 obtuvo el título de Capitán de la Marina Mercante, ejerciendo el cargo en diferentes buques por los que pasó durante varias décadas. En el cincuenta aniversario de la obtención del título de Capitán, en 1952, se le homenajeó poniéndole su nombre a un buque de la Marina Mercante española que estuvo en activo hasta 1980 en sus ruta entre Barcelona y canarias.


También se licenció en Derecho, siendo profesor Catedrático de Derecho Mercantil Marítimo en la Escuela Náutica de Barcelona.


En el año 1917 fundó junto a Juan José Domine la actual compañía Transmediterránea, en la que llegó a ser Presidente del Consejo de Administración.

También ocupó el cargo de Presidente en diferentes empresas por las que pasó, como ‘La Unión y el Fénix Español’ de seguros, Unión Naval de Levante, Isleña Marítima, Atlántic Española, y Torras S.A. Además ocupó otros altos cargos en CAMPSA, Banco de Crédito Local, Minerva de Seguros.

Ernesto Anastasio falleció en 1969.


lunes, 7 de mayo de 2018

L'Estoreta Velleta (orígen)


L’ESTORETA VELLETA (origen)
por Javier Mozas


Los juegos en la calle eran el principal modo de sociabilización que tenían los niños en los siglos XVIII y XIX. Éste era su espacio natural para poder aprender y divertirse. La escuela aún no era un derecho generalizado. En sus juegos, a veces los chavales acompañaban con canciones, la mayoría combinando pocas notas y sencillas.


La tradición infantil de ‘l’Estoreta Velleta’ no tiene una fecha de comienzo. Se sabe que las fallas tenían una base de madera sobre la que se situaban los ninots, y en su interior se almacenaban todo tipo de trastos viejos, muebles rotos, y otro tipo de utensilios que hacían de combustible para la cremà de la falla.


Tramoyeres Blasco es el primer autor literario que lanza la idea que “Las fallas fueron, sin duda, en sus comienzos, diversión propia de niños, y se reducían a un montón de esteras viejas, sillas rotas y mesas perni-quebradas, desgarbado pedestal que sostenía a un monigote”. Esta idea fue reiterada por autores posteriores.


Las primeras informaciones sobre la participación de los chiquillos recogiendo trastos viejos nos llegan de la prensa de mediados del siglo XIX. El alcalde Francisco Brotons publicó un bando en marzo de 1862 prohibiendo “que persona alguna pueda encender hogueras de cualquier clase que sean sobre el embaldosado o empedrado de las calles y plazas. Los padres, abuelos, tíos o tutores de los muchachos que contravengan a esta disposición, serán responsables ante la autoridad de las faltas que aquellos cometan.”.


Los grupos, patrullas o cuadrillas no serían más de 6 u 8 niños. A veces no eran bien vistos que fueran por las calles cantando a gritos su tradicional Cant de l’Estoreta, como se ve por la recopilación de calificativos que le dedicó la prensa de la época: “Incendiarios de la plebe infantil”, “turba de chiquillos”, “rapazuelos”, “energúmenos”…

Grabado que muestra l'Estoreta Velleta en el siglo XIX


Parece ser que la Estoreta Velleta se realizaba en la segunda semana de marzo, pasando a realizarse en la primera semana de ese mes hacia finales de siglo, y desde principios del siglo XX era ya normal que los chiquillos estuvieran recogiendo trastos y muebles por las calles de su barrio casi un mes antes de las Fallas. Portaban una pequeña alfombra —estora en valenciano— donde poner encima lo recogido e ir arrastrándolo por las calles hasta que anochecía y guardaban el botín en la tienda de alguno de los padres.


La prensa de la época hizo una persecución de esta actividad considerándola impropia de una ciudad culta, debido a los constantes gritos o cantos en voz alta que proferían, así como el polvo levantado con el arrastre de sus esteras, y que seguro derribaría a algún transeúnte o espantaría a más de un caballo.


Parece que fue a finales del siglo XIX cuando comienza el declive de esta tradición infantil, ya que en la prensa apenas aparecen referencias a este acto, tampoco se habla casi de hogueras, y comienzan a aparecer las primeras referencias a fallas infantiles. Miquel Durán en un artículo publicado en la revista El Buñol en 1934 dice que aún se practicaba hasta hace pocos años. Y el pasodoble El Fallero que el maestro Serrano compuso en 1928 con letra de Maximiliano Thous recoge esta tradición.


El Cant de l’Estoreta es una tonadilla sencilla en su forma, ya que era semirrecitada y compuesta de versos monorrítmicos que imitan de manera primitiva la estructura de las aucas.


Per ací hi ha una estoreta velleta

per a la falla de Sant Josep,

El tio Pep?

Mes que seguisca la tapadora del comú

número u?



Para ampliar más sobre esta antigua tradición:
Mozas Hernando, Javier; Castelló Lli, Joan (2012): El Cant de l’Estoreta: pròlec musical a la festa de les Falles. Artículo publicado al llibret de la Falla Sant Roc (Torrent).